martes, 1 de mayo de 2012

A partir de los 30......ufffff


Ayyyy la edad, la edad!!!

¡Esos malditos pelos!
A partir de los 30 las cosas cambian más de lo que creemos y sobretodo cuando nos levantamos por la mañana. Un día de repente nos miramos al espejo, pero no el espejo del baño, sino esos malditos espejos de aumento que se ríen de nosotras en nuestra propia cara, y nos damos cuenta que de la noche a la mañana nos hemos convertido en una especie de Bruja del Oeste del Mago de Oz y me refiero a que ni nos habíamos fijado antes de que nos ha salido un pelo negro y duro en la barbilla, eso las que tienen suerte, porque a veces pueden aparecer incluso dos. Así que sorprendidas a la par que indignadas, con nuestra pinza preferida en mano nos disponemos a eliminar ese habitante indeseado de nuestro rostro. Cuando lo sacamos lo observamos victoriosas y pensando que el cabrón no va a salir más, pero dada la raíz que tiene estamos seguras que volverá a las andadas. Nos sorprendemos de su longitud y nos preguntamos cómo ha podido estar ahí todo ese tiempo sin reparar en su presencia, y también ya les vale a nuestras amigas que seguro que lo han visto y se han callado las muy malas pécoras.

Pero pasa el tiempo y ese pelo negro se convierte en blanco y eso ya es mortal, porque puede que se disimule más pero te da la sensación de ser el maestro de Kung Fú y una vez más tus amigas (que a partir de ahora las deberíamos considerar conocidas) tampoco te dicen nada.

Claro que si solo fuera la aparición de un pelo el cambio más significativo de los años, pues la verdad, tampoco pasaría nada. Pero no queda ahí la cosa queridas amigas. Como locas que vamos todas cuando suena el despertador, pegamos un brinco la cama, nos duchamos, no nos ponemos body milk porque no nos da tiempo porque sabemos que si al momento te colocas los pantalones, ya os digo yo que hay que metérselos con calzador. Las que tenemos suerte, incluso somos capaces de bebernos un vaso de leche, café o similar y bolso y móvil en mano cogemos el ascensor. Los ascensores ejercen un poder especial que es mirarnos al espejo...y entonces otra vez de repente tienes otra sorpresa:  ha aparecido un surco en la mejilla cual Al Capone, fruto de dormir pegada a las sábanas, que antes esto se nos iba en un momento y ahora por muchas muecas que hagas inflando los carrillos como Louis Amstrong en sus mejores tiempos, pues no hay manera de que desaparezca tan fácilmente como antes. Total que llegas al trabajo y siempre hay alguien que te dice: vaya, parecen que se te han pegado las sábanas. Y tú que le vas a decir!, pues te callas para no crear un conflicto internacional.
¿Botox si o no?

Y en ese momento hay una palabra que se te pasa por la mente......BOTOX. Ahhh esas malditas revistas femeninas que nos invaden y que en realidad tienen el don de rellenar páginas y páginas hablando de cosas que no te llevan a ninguna parte. Empezamos a pensar y autoconvencernos que un poco de bótox no nos vendría mal. Pero luego la voz de la conciencia te hace volver a la tierra: ¿que te quieres quedar sin expresión como una muñeca hinchable? Pues yo la verdad no, aunque respeto totalmente a quien se lo quiera hacer, cada uno con su cuerpo que haga lo que quiera, para eso estamos en un país libre, al menos de momento, pero al paso que vamos no sé yo....... Al final nos van a cobrar hasta por pensar. Solo remarcar una cosa, que si al final decidimos ponernos el maldito botox, al menos ir a un buen especialista e informarse de sus pros y sus contras, porque se ve cada cosa por el mundo que nos tira de espaldas.

Ahhh se me olvidadaba, pero.... ¿cuántas de nosotras no odiamos al maldito Newton y su puñetera ley de la gravedad? Dios mío, pero qué pasa! Vaya, que estamos como las casas colgantes de Cuenca. Te vuelves loca haciendo tríceps (las más deportistas) y ejercicios fortalecedores para el pecho (copiados por supuesto de estas fantásticas revistas mencionadas anteriormente) y comprando cremas que deberían contener cola arábiga o similar para poder tensar lo que ya no está tan tenso.
El tema celulitis, piel de melocotón y similares, mejor lo dejamos, porque se podrían rellenar páginas y páginas al respecto.

Bromas a parte, creo que cada edad nos aporta algo y tenemos que saber envejecer y aprovechar lo que nos ofrece la vida, y bueno tampoco tenemos que ser unas obsesas de la estética, hay que cuidarse y evidentemente antes te quitabas tres quilos en un nanosegundo y ahora ni con todo el Fairy del mundo (que va tan bien para quitar la grasa) hay manera. Yo me cuido o hago lo que puedo, pero hay gente que se deja, y van acumulando quilos y con ellos decepciones. Sino estamos a gusto con nosotros mismos, luego es más difícil proyectarlo hacia los demás.

Así que vamos a intentar caminar más, reducir el tabaco (eliminarlo sería lo mejor, va fatal para el cutis), comer más verdura y carne a la plancha y limpiarnos la cara cada día e hidratarnos, y ese espejo maldito del ascensor que no es el de la madrastra de Blancanieves, vamos a convertirlo en nuestro amigo con una sonrisa diaria, ya veréis como cambia. :-)

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