Cuando uno piensa en un lugar para
perderse y relajarse, nuestra mente se va hacia lugares lejanos, pero
a veces no nos damos cuenta de que están mucho más cerca de lo que
creemos. Para mi en estos momentos, hay 3 sitios especiales: Kapalai
Resort (Sipadan-Malasia), Menorca y Águilas (Murcia). Uno muy lejano
y dos más cercanos y más asequibles.
Kapalai Resort |
Mi afición al buceo (algún día os
pegaré la paliza con esto) me llevó hasta un lugar llamado Kapalai
Resort, para llegar allí creo que cogí todos los medios de
transporte habidos y por haber menos un burro. Al resort llegamos en
una lancha rápida, que se dice pronto y de repente aparece como de
la nada, la típica foto que vemos siempre en las agencias de viajes
y con la que soñamos y una no da crédito a sus ojos porque se
imagina que nunca va estar en un lugar así, y ahora no penséis que
tengo mucha pasta, que eso requirió un esfuerzo extremo para poder
lograrlo. Lo que sorprende de este lugar, a parte del solazo que hace
desde las seis de la mañana (protección solar a tope obligada) es
el silencio, sobre todo al atardecer, donde cualquier tipo de
actividad cesa..... Siempre se ha comparado a este resort con un
barco anclado en la arena, porque allá donde mires solo hay
agua....y ya os digo yo que impresiona y mucho. Lo que si os advierto
es que a este sitio o se va a fornicar o a bucear, y como yo lo
primero no lo iba a hacer, pues fui a hacer lo segundo. Es cierto que
algunos japoneses van hasta allí a celebrar su boda, incluso hay
gente que va cada año con sus hijos a bucear y tomar el sol, pero
básicamente es eso, no hay nada más que hacer.
Después de toda la
actividad diaria de buceo, lo mejor era sentarse con una cerveza y
mirar el mar relajadamente....no hay palabras para describir la
sensación de libertad mental que te da y a la vez lo pequeño que
uno se siente. A veces pensaba: “coño y si viene un tsunami, nos
vamos todos a tomar viento”, y es verdad, quizás son mares
tranquilos en los que nunca hay oleaje, pero la duda siempre te
queda. Todo el mundo que trabaja allí, la mayoría filipino, es
superamable y siempre están dispuestos a ayudarte. Cuando llegas, lo
primero es dejar tu pasaporte y todo tu dinero en un sobre cerrado
por ti, con el nombre escrito encima de la cinta adhesiva que lo
cierra y a partir de ahí no te tienes que preocupar de llevar dinero
encima, todo lo que consumas lo cargas a tu bungalow y cuando te vas
pues pagas con la tarjeta, no hay problemas de robos y más teniendo
en cuenta que en una parte de este resort está habitada por
militares, así que más seguros imposible.
Menorca |
La primera vez que fui a Menorca fue
hace unos 20 años (bufff!!! hace ya tanto?) y aunque por aquel entonces
no buceaba, enseguida me quedé sorprendida por la transparencia de
sus aguas, era tranquila porque no había tanta gente como ahora, y
la verdad es que me quedé siempre con ganas de volver, pero mi
pareja era un poco sosa, también hay que decirlo. Con el paso del
tiempo, cambié de pareja (prefiero no contar cuantas veces he
cambiado de pareja porque os aburriría) y siempre me quedó la
espina de ir en Sant Joan, pero tampoco lo logré (no le gustaba
mucho viajar, ya ves tú, como si nos fuéramos a ir a la China),
pero he asistido a otro tipo de fiestas similares. Gracias a esas
oportunidades que se te presentan en la vida, tuve la suerte de
visitar la isla hace dos años, coincidiendo con las fiestas del
patrón del pueblo donde me hospedaba y viví en mi piel lo que son
unas fiestas con sus caballos y su pomada (gin+limonada) que puede
llegar a ser extremadamente peligrosa y lo sé por experiencia, tengo
unas marcas en la espalda que dan buena cuenta de ello. Pero fiestas
a parte, lo que sí que tengo que agradecer a toda la gente que me ha
abierto su casa, su amistad y su cariño de esta maravillosa isla, es
la posibilidad de ver la belleza extrema de sus paisajes y de lugares
escondidos donde te quedarías allí eternamente, con unas aguas que
no tienen nada que envidiar a ningún paraíso lejano con todos sus
cocoteros y pulseras para turistas.
Menorca |
Pero como todo, cuando se
descubre algo que vale realmente la pena, la noticia corre como la
pólvora y gracias a un anuncio de cerveza, Menorca se hizo más
famosa y el año pasado, no sé si por la crisis o porqué, estar
allí en agosto se convirtió en algunas ocasiones en un verdadero
suplicio tanto para circular por las carreteras como para ir a la
playa, claro que como siempre, la gente de allí sabía donde
llevarte para disfrutar de un poco de paz. Que para la economía iba
superbien pero para tu paciencia no. También he tenido oportunidad
de bucear en sus aguas y espero hacerlo de nuevo. Aunque ahora las
circunstancias no son las más propicias por diversos factores,
espero volver, no me importa la época del año, yo he estado en
julio, en agosto, en diciembre..... me da igual, cada época tiene
algo y como le comenté a una amiga que vive allí, cada vez que piso
el aeropuerto de Maó, me da la sensación de que estoy en casa, y no
beso el suelo, como cuando el Papa va de excursión porque se
pensaría la gente que me he vuelto loca, eso mismo me pasa cuando
voy a Ámsterdam, una de mis ciudades fetiches y no por los
coffeeshops ¡malpensados! Je je je. Mirad si me gusta la isla, que
hasta miro el tiempo que hace casi cada día, estoy para encerrar
¿verdad?
Águilas |
Y última y no por ello menos
importante, es Águilas, un pequeño pueblo de Murcia cercano a
Almería, al que fui la semana pasada, donde mi madrina, que es uno
de esos seres celestiales que te llegan en la vida sin saber porqué,
pero que velan por ti cual Ángel de la Guarda, pues tiene una casa
con una gran extensión de terreno dedicado al cultivo. Mi madrina,
Joana, que elabora jabones artesanales y con
la libertad que te dan lo pasos de los años, disfruta de lo que le
gusta hacer. Allí la desconexión es absoluta, más que nada porque
hay poca cobertura, así que es una buena terapia de choque para los
adictos a smartphones, tablets, redes sociales, etc. etc. y eso es lo
que hice yo.... apagar el móvil y con ello del mundo y me daba igual
que cayera una bomba, como si cuando regresara al trabajo me
encontrase con la persiana cerrada, necesitaba desconectarme de todo,
para parar de esta vida acelerada y pensar y recapacitar en muchas
cosas. Y las charlas con mi madrina en el porche han sido esenciales
y renovadoras en todo momento. También quiero destacar que mi
madrina es una de las pocas personas que he visto salir del coche con
tacones y meterse directamente en el huerto a recoger lo que sea, ¡di
que sí!
Me he ensuciado de tierra recogiendo
patatas, cebollas, limones, naranjas.....pero ha sido una experiencia
que repetiré con certeza. Levantarse por la mañana con el sonido de
los pájaros no tiene precio, ir a una playa en la que la única
persona para tomar el sol eres tu........pues es algo que hoy día no
te llegas a esperar. Ir a recoger lo que necesitas directamente del
huerto como si fueras al Mercadona de la esquina, pues te descoloca.
La vida se ralentiza y te das cuenta que no necesitas tanto para
vivir y que la prioridades también cambian.
¿Que tienen estos tres lugares en
común y que para mi es primordial? La respuesta es muy fácil, pues
el MAR, no podría vivir en un lugar en el que no existiera el mar,
paradójicamente me ahogaría sin él.
Yo os invito a desconectar, apagad el
móvil aunque sea un día, e iros a vuestro lugar preferido,y pensad
y haced una valoración de vuestro último año, que es lo que
queréis eliminar de vuestra vida y con qué y con quien os queréis
quedar. En diciembre cuando tengo vacaciones, voy al Acuario de
Barcelona y me siento en frente del gran tanque (también he buceado
allí) donde están los tiburones y un montón de especies más y me
quedo en la penumbra, sentada en la grada y me relajo, y no es que se
me ponga cara de besugo como los que están dentro (bueno un poco sí,
ja ja), pero me relajo y pienso y desconecto, y si no puedo ir al
acuario, pues paseo por el espigón y me siento mirando el mar,
siempre el mar, forma parte de mi, quizás por eso lleve tatuado en
mi piel el símbolo japonés del agua, y no soy una sirena, porque
tampoco tengo cualidades para ello, pero una piratilla que surcaría
por encima y por debajo los mares del mundo.....eso si que lo soy ;-)
.
Así que queridos niños y niñas,
volvamos a lo primitivo por un momento, que porque no juguemos al
Apalabrados o no recibamos una notificación del Facebook o de
WhatsApp, no se acaba el mundo, al contrario, nos dará un respiro
para seguir viviendo en el mundo de control que nosotros mismos hemos
aceptado, porque estamos más controlados que nunca. ¿Habeís leído
1984 de George Orwell? Hace referencia al Gran Hermano y no me
refiero a la basura que presenta Mercedes Milá, pero es eso en
definitiva: El Gran Hermano te controla, el Gran Hermano te vigila.
Así que..... ¡vosotros mismos!