domingo, 18 de mayo de 2014

12000 ALMAS, 12000 COLORES BY DESIGUAL

Levantarse un domingo por la mañana bien temprano, después de haber dormido poco para participar en una carrera de 5km, es algo que habitualmente la gente no hace, al menos no en mi caso, pero he de confesar que tenías ganas y curiosidad por saber qué era una Color Run, cuya primera carrera se realizó en el año 2011 con el fin de hacer a todo el mundo partícipe por una vida sana y feliz, y el slogan de Desigual se adapta perfectamente a estas palabras, “La vida es chula” y si es chula pues tienes que ser feliz.


Y como digo siempre, para hablar o comentar sobre cualquier cosa en la vida, pues hay que saber de ello y en este caso que mejor forma que hablar de esta carrera  que participando en ella.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es el outfit que nos vamos a poner para tal colorido evento, al hacer la inscripción te dan una camiseta blanca, una cinta y alguna que otra calcomanía para que decores tu cuerpo. Es recomendable llevar gafas de sol (aunque he visto hasta de bucear) para salvaguardarte de todo el polvo de color (que no es precisamente mágico) en tus apreciadas pupilas y no tengas que aparecer al día siguiente en el trabajo con un parche a lo princesa de Éboli.

Antes de las nueve, que era la hora de inicio de la carrera, el Dj amenizaba la espera para alegría de los
Calcomanías para cualquier lugar
participantes y supongo que desesperación de los vecinos que querían dormir un poco más un domingo y también se podían realizar pequeñas coreografías a modo de calentamiento de la mano de las 3 señoritas que nos animaban a mover el esqueleto.
Se respiraba un ambiente superdivertido y con ganas de pasarlo bien y eso se ha visto reflejado en toda la carrera. Empezamos todos a correr, al principio todo el mundo con muchas ganas, pero cuando la subida se ha hecho más pronunciada, ahí muchos han decidido ir caminando, yo con mi trote cochinero no he parado y he seguido junto con mi compañera de viaje hacia delante. El único inconveniente es que durante el primer kilómetro he tenido una sensación de sequedad en la garganta importante que se ha acentuado al llegar al puesto donde empezaban a tirarte esos polvos de color, y ahí ya los participantes han empezado a pasárselo mejor mientras más embadurnados estaban. A la llegada de cada kilómetro una nueva estampación de color en la camiseta y a seguir adelante, saludando de bajada a los que subían, ya que al ser más de 12000 personas se han tenido que realizar varias salidas, sino aquello hubiese sido un caos y se podría haber hecho un tapón que no lo quitaba ni el mejor desatascador del mundo.
Cuando ya la meta estaba más cercana es justo ahí cuando te proporcionaban líquido para hidratarte y nosotras a modo se solidarización hemos dado un gran abrazo a las voluntarias que iban inmaculadas con sus camisetas rosas, para así hacerlas partícipes de nuestra particular gama de colores.

A la llegada, justo el fotógrafo supongo que estaba haciendo una foto a alguna paloma y no nos hizo la foto de rigor de entrada, que no es que sea lo más primordial pero que a la gente le hace gracia, pero bueno, se lo perdonaremos porque fotografíar tanta gente debe ser una verdadera locura.

12000 almas, 12000 colores
Una vez relajadas, hemos podido beber y comer alguna que otra barra energética, hacernos fotos para subir al Instagram, dar cuatro vueltas y entrar en lo más divertido, que ha sido la “guerra de color” en la que hemos estado inmersas. Nos han dado bolsitas con polvos de colores y allí ha estallado la locura más colorida del momento, 12000 almas con 12000 colores, saltando, riendo, bailando al ritmo de la música, haciéndose fotos (recomendable protector, funda o similar, o en mi caso una cámara waterproof) y compartiendo un buen momento con desconocidos que en ese instante se convierten en conocidos. Pero sobre todo, me ha encantado ver cómo se lo han pasado los más pequeños, todos rebozados de color de la cabeza a los pies, con su padres mirándolos atentamente con una sonrisa de oreja a oreja viendo como disfrutaban sus hijos, eso sí luego a la hora de meterlos en la bañera, seguramente la cosa se ha complicado un poco.

¡Volveremos seguro!
Y a modo de estirón de orejas, por comentarios que he escuchado, la gente no entendía porqué conforme se abrían más plazas para la carrera, el precio de inscripción aumentaba, ya que pasó de 20€ a 26€ y que yo sepa todos los participantes han recibido lo mismo.

En definitiva, Desigual es experta en movilizar gente para eventos multitudinarios, prueba de ello es la Naked Party y hoy con la Color Run, a parte de hacer más visible su línea Desigual Sport, ha aportado colorido a una Barcelona que ha amanecido nublada y que ha dejado con ganas de más fiesta a todos los participantes.
¿Volveremos el año que viene? Pues por supuesto que sí. ¡Me ha encantado ver la cara de pasmado de mi vecino cuando me he metido en el ascensor rebozada en colores como una croqueta!