Con esta frase dicha por María (una de
las propietarias) se podría decir que resume el espíritu de este
fantástico local situado cerca del barri de Sant Antoni de
Barcelona. No sé si a vosotros os ha pasado alguna vez, que vais a
un sitio y os sentís como en casa, y eso es lo que me sucedió la
primera vez que fui allí a desayunar con mi amigo Francesc un día
lluvioso del año pasado. Me gustó tanto que lo he ido visitando de
vez en cuando (no tanto como quisiera) y siempre intentando que me
acompañara algún amigo más para que conociera el lugar. Pero esta
vez he decidido ir más lejos y he querido indagar en el porqué,
cómo y cuando y saber qué hay detrás de un nombre tan curioso para
una cafetería/granja o como cada cual la quiera llamar.
Esta fue mi primera pregunta, porqué
decidieron llamarlo así y no cabra montesa por ejemplo. La respuesta
fue muy simple, primero habían barajado varios nombres y justo este
estaba libre, además se decía igual en catalán (algo a tener en
cuenta) y lo más importante, que todos los productos que se ofrecen
son frescos y naturales como los que consume este simpático animal
que además es muy sociable y eso es algo que se transmite en el
ambiente. Por suerte para los clientes, las Marías (mira que
llamarse igual las dos) no hibernan 7 meses en invierno, sino
apañados íbamos!
El alma máter es la madera |
Pero esta marmota es especial, porque
funciona con 2 corazones, estos corazones son María
(sevillana) que
lleva 7 años en Barcelona y María (finlandesa) que lleva 6. Ambas
trabajaban en campos totalmente distintos a lo que es el mundo de la
hostelería, pero el destino hizo que se conocieran en unas clases de
catalán, como allí tenían que hablar y expresarse para tener una
mejor práctica, hizo que se conocieran y que conectaran, incluso fue
la profesora la que les animó a que tenían que hacer algo juntas, y
así decidieron el 1 de septiembre de 2014 embarcarse en la aventura
de montar La Marmota y con unos resultados positivos que se van
incrementando día a día.
Curiosamente no se acuerdan de ese 1 de
septiembre que abrieron pero sí de dos semanas después, exactamente
el día 11, el de la Diada. “Fue una locura”, comentan, les pilló
todo un poco por sorpresa porque no esperaban tanta gente, se les
acabó la comida, pero también les sirvió para aprender el
funcionamiento del mundo de la farándula hostelera, algo que
conforme pasan los días tienen más por la mano, pero que siempre
les aporta algo nuevo para ir creciendo y ofrecer un mejor servicio
si cabe del que ya te dan.
Ahora está muy de moda las palabras,
hipster, gastrobar, brunch, healthy, slowfood, etc....... ellas huyen
de estas etiquetas, “Nosotras hacemos desayunos, no brunch” y
toda la comida la preparan al momento, con lo cual requiere su
tiempo, pero no quieren llamarlo “slowfood” y me parece genial y
es que en este país nos gustan más una etiqueta que un trabajador
de unos grandes almacenes en época de rebajas, y creo que ya es hora
de llamar las cosas por su nombre y ser auténticos y no copiar
vocablos por simple postureo.
Mi click flipó con el "Mollete" :-) |
La carta de La Marmota varía cada 3-4
meses, aunque de vez en cuando te sorprenden con alguna cosilla nueva
y está basada en ensaladas, sandwiches, zumos de frutas (que no de
hortalizas), fantásticos desayunos y repostería casera. Parte de
los pasteles los hacen ellas (a destacar el carrotcake, osea pastel
de zanahoria) y de otros se encargan proveedores a pequeña escala
que los elaboran de manera artesanal, hasta les podéis hacer
encargos si queréis. Por supuesto la carta tiene toques del norte de
Europa mezclados con el Sur y aquí está la gracia, una muestra de
ello es el “Mollete”, algo muy andaluz, es un panecillo blanco
ovalado que se sirve caliente y que en este caso en su interior está
relleno de “zurrapa” que es una manteca de lomo ibérico, como
una “manteca colorá”. Vaya si queréis energía con esto ya os
digo yo que tiráis toda la mañana.
Uno de sus sandwiches estrella es el
“Aneto” compuesto de salmón, aguacate, brie, espinacas y pan con
harina ecológica.
Toda la carta intenta ser lo más
natural y sana posible, aunque también hay lugar para tomarse una
cerveza o un fantástico vino ecológico. No tienen una gama muy
amplia de alcohol porque tampoco es un local que de pie a eso, dado
que cierran a las ocho y media de la tarde, los sábados están hasta
las dos y los domingos no abren.
Aires del Sur |
La decoración del local también deja
ver esa fusión norte/sur, la madera es el alma máter del local, fue
totalmente decorado por las propietarias, y como me comentaron, echan
de menos ir a Els Encants para buscar cosas interesantes. El toque
andaluz lo tiene una silla de enea con un mensaje muy especial que
pone “Antes sentía flamenco ahora sabor de café”, que
precisamente fue el regalo de una clienta. Una vez al mes las paredes
se visten con exposiciones de fotografía, dibujo o pintura, así que
si estáis interesados, contactad con ellas. También imparten cursos
de punto tanto en inglés como en castellano y bueno evidentemente
están abiertas a cualquier propuesta que sea interesante y que se
adapte a la capacidad del local (25-30 personas aprox.)
Las Marías están contentas hasta
ahora con el resultado, dado el poco tiempo que llevan en el barrio,
un barrio que por suerte cada vez está abriendo más locales, lo que
comporta más vida y más variedad donde elegir. De momento es muy
pronto para hablar de una Marmota 2, “todavía tenemos mucho que
aprender” dicen ellas, se encuentran a gusto con lo que hacen y eso
se nota hasta en la última hoja de espinaca que te sirven.
A nivel de ayudas, viviendo donde
vivimos ya os podéis imaginar que poca cosa hacen las instituciones.
Reciben una ayuda durante el primer año por el tema de mujer
emprendedora menor de 35 años y luego ya sabemos las escandalosas
cuotas que van a tener que pagar a nivel de autónomos, pero
lamentablemente la cosa es así, en esto somos más del Sur que los
países del Norte.
Y os estaréis preguntado: ¿pero tú
comiste algo o solo te dedicaste a hablar?. Pues sí queridos
"Tatras" |
En definitiva, La Marmota es un local
abierto, sin fronteras, en que el te atienden en inglés, en finés
(osea finlandés), catalán, sevillano y castellano, qué más se
puede pedir! Y siempre con una sonrisa y una amabilidad extrema. Hace
falta más gente como las Marías, que luchan por un sueño y que
huyen de lo comercial, como diría mi madre: “despacito y buena
letra” y de momento ya han sacado un sobresaliente.
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